San José es de los pocos departamentos del país que no ha logrado mostrar un Política en Turismo sólida, inteligente y eficiente. Ni siquiera en el tan discursivo, como hueco desarrollo del turismo náutico o el de estancias. Mucho palabrerío y poco impacto con más baja incidencia en el turismo departamental. Pero la falta de un rumbo en materia turística ha ocurrido durante décadas, por no decir desde los inicios de la historia departamental. Un aspecto incuestionable de esta condición es que vivimos de espalda a los tres ríos que nos condicionan y definen como departamento (Rio San José, Río Santa Lucía y Río de la Plata) Por dónde empezamos?… El Río San José, limita la planta urbana de la capital departamental y cruza una extensa área rural que atesora inigualables paisajes, solo para disfrute de privados en su máxima extensión. Transformada en “casi leyenda” la idea para la construcción de una rambla sobre el río en la ciudad, sigue siendo tema de conversación después de medio siglo de lanzada. No hay ni una baldosa colocada para ese objetivo. Recordemos que al recorrer el interior del país, hasta ciudades pequeñas tienen fuerte consideración de los ríos que las bañan. Acá no. La mayor muestra de nuestra histórica valoración del río está en la Picada Varela. No hay mucho más para aportar. El mayor cambio, fue talar varios árboles para optimizar la iluminación, recomponer continuamente los vandalizados parilleros y lograr el patrullaje del Ejército para preservar las pocas mejoras de la zona.
Por ejemplo, si usted está en la playa de la Picada (sobre la margen Norte del río) y quiere tomar agua, deberá transitar (por una callecita destrozada) unos trescientos metros hasta la ruta, cruzar el largo puente, bajar por la empinada escalera (si es que puede, si no deberá irse casi hasta la puerta de la criolla Capitán Manuel Artigas, para iniciar el descenso) y llegar al parador. Después el camino de regreso a la playa. Como idea, al menos para temporada de verano, podría instalarse un puente peatonal flotante construido con tarrinas de 200 litros. El cruce directo de la playa al parador, no insumiría ni 50 metros, a diferencia del kilómetro que se debe transitar en la actualidad. Al ser flotante, podría retirarse en épocas fuera del verano o removido sin problemas en momentos de inundación. El puente podría tener el ancho de dos tanques, es decir algo más de dos metros. Su fijación y estabilidad no sería problemática pues en ese punto del río, bajo el portentoso puente de la Picada, el caudal del río no representa problemas, como tampoco su profundidad. Además los enormes pilares del viejo puente contribuiría a la fortaleza de la estructura flotante. El fomento de actividad náutica básica en ese sector del río, debería tener un enfático apoyo de la intendencia. Náutica básica, es decir remo en bote, canotaje… nada de locas pasiones de deportes de vela que solamente se logran cuando las comunidades ya tienen una cultura tradicional en esa línea. Para que el puente flotante no entorpezca la escasa navegación, podría tener un segmento con mayor elevación entre los pilares centrales, permitiendo la circulación fluvial. Esta idea de un puente flotante, de concretarse, no solamente sería de suma importancia para los playistas (hasta por temas de seguridad, con una rápida conexión entre ambos riveras del río), sino que también, sin dudas, sería un hermoso atractivo para los visitantes. En las políticas de planes para verano, la Picada debería recibir mayores asignaciones de personal para organizar y ordenar actividades durante cada jornada. Sería una buena plataforma para seguir tomando “pasantes” y vincularlos a la Oficina de la Juventud, con la organización de deportes. En la Picada, solo hay una “cancha de vóley” que es una vergüenza . La Intendencia debería contar con equipos de funcionarios que se distribuyan en las playas del departamento para realizar actividades recreativas, y ordenar la diversión diurna en los balnearios, así como también tener incidencia en las actividades nocturnas. Los espectáculos de “Verano Urbano” deberían concentrarse mayoritariamente en la Picada y no tanto en plazas de la ciudad. El objetivo debe ser potenciar el uso y disfrute de la población de este lugar junto al río. Afrontar toda esta tarea, debe tener como basamento la creatividad, lo que implicaría muy buenos resultados y con mínimo costo. Miremos ahora hacia el Río Santa Lucía. Este importantísimo curso de agua parece que no perteneciera a San José. Solo nos acordamos de él, cuando surge alguna temática vinculada a problemas en Ciudad del Plata. En este río hay un universo de cosas que se podrían hacer – y otras tantas que DEBERIAN hacerse – sea desde el punto de vista turístico, ambiental, social, cultural y deportivo. No hay nada. El Area Protegida de los Humedales es consecuencia de un trabajo entre varios ambientes públicos y académicos nacionales. No hay iniciativas departamentales. Solo desidia y abandono, en el mejor de los casos. No hay nada, y el mayor ejemplo de ello, son los tres lugares más conocidos: el límite con el departamento de Canelones en la ciudad de Santa Lucía, de “aquel lado” de todo, de “este lado” nada”; Buschental, cerca de Libertad, tras una frustrada y vidriosa iniciativa privada todo quedó abandonado. La Intendencia gestiona la expropiación. La barra de Santa Lucía en ciudad del Plata, como en el límite con Canelones: “De “aquel lado” de todo, de “este lado” nada. Hay muchísimo para hacer en beneficio del departamento de San José. Queda analizar lo vinculado al Río de la Plata. Los departamentos limítrofes con San José, tanto Montevideo como Colonia, tienen un extenso collar de balnearios que superan ampliamente la veintena en cada lado. San José, en sus 80 kilómetros de costa tiene, abiertamente, tres: Cufré, Kiyú y Playa Pascual. Arazatí, Voulminot, Colonia Wilson son eternas promesas de desarrollo. Eternas. La intendencia tendría que definir un plan de gestión para juntar unos cuantos bloques y chapas, para iniciar la construcción de “pequeños paradores” en distintos puntos de la costa platense. También se debería estudiar la verdadera y real potencialidad paisajística, cultural, natural e histórica que reúne la costa del Rio de la Plata en San José. Más servicios, muchos más servicios, que a falta de focalización desde esferas nacionales, debe ser el gobierno departamental el excluyente impulsor; para que los privados sientan interés en invertir. No solo alcanza con autorizar fraccionamientos en Cufré, para que unos pocos hagan su negocio inmobiliario. Servicios gastronómicos, hoteleros, sanitarios, de esparcimiento, etc, etc. En turismo, hay muchísimo por hacer, todo. Aquí solo aportamos en materia de explotar el potencial de los ríos que tenemos. Pero las ciudades del departamento atesoran verdaderas joyas culturales e históricas. San José tiene hermosos y exclusivos paisajes naturales que solo son explotados por tímidos impulsos privados. En materia de eventos y producción cultural también existe un buen capital que no logra una coordinación sólida desde el gobierno departamental. Se deben optimizar los recursos (humanos, materiales y económicos)que se disponen para esos eventos con el objetivo de lograr mayores resultados. Pero esos serán temas para futuros artículos…
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