Como es tradicional en estas fechas, las zonas comerciales de las ciudades registran un importante incremento de movimiento de gente. En la ciudad de San José, el área comercial vivirá horas de frenesí con miles de personas recorriendo las peatonales y toda la zona céntrica. En 15 manzanas en torno al centro de la plaza 33 Orientales, se producirá una alta concentración de personas, que tendrán una característica común: todos estarán gastando; levantando dinero, pagando cuentas, comprando regalos por las fiestas, gastando en surtidos para las celebraciones y hasta en artículos y servicios para la vacaciones. Esta alta movilidad es absolutamente previsible. Ya comenzó, al desatarse los primeros aguinaldos. Es notorio.
Desde hace largo tiempo San José viene sufriendo una carencia notoria y fácilmente comprobable: La total ausencia policial. NO se ven móviles, ni siquiera se ven policías patrullando a pié. Uno podría pasarse todo el día sentado en la plaza 33 o en el cruce de las peatonales y no vería ni un efectivo policial. Esto viene ocurriendo hace tiempo. Hasta hace algo más de un año, la lógica presencia policial era parte del paisaje céntrico. En las peatonales y calles céntricas se veía a efectivos policiales patrullando con perros. Una presencia que imponía respeto y resultaba un elemento de alta persuasión para los oportunos ladrones. Sin embargo, el jefe de policía decidió desmantelar el plantel de perros, grupos conocido como el “K9”. Desde hace tiempo ya no hay patrulla canina en el centro, pero tampoco se ven solitarios policías. No hay. Tampoco se ven patrullas estacionadas en la circunvalación de la plaza 33, ni en el nacimiento del área peatonal.
No hay presencia policial; si hay cámaras de vigilancia, pero todo indica que no funcionan. Los chorros ya perdieron el miedo a la luz del día. La oscuridad de la noche dejó de ser su principal cómplice. Ahora en plena noche ingresan armados a locales comerciales, con público dentro, y amenazando se llevan todo lo que puedan. La luz del día, dejó de ser una limitante para su accionar. Calles llenas de tránsito, veredas plagadas de peatones y comercios con mucha actividad, son víctimas de rapiñas arriesgadas. La policía aparece para recoger testimonios o indicios. La policía aparece después. Después.
Es evidente que a la preocupante ausencia de policías, se le suma la notoria falta de planes de reacción para actuar ante un delito. Recuerdo cuando era habitual ver a un jefe de policía caminando por le centro de la ciudad o a los comisarios o jefes de investigaciones. Hace mucho tiempo se perdió esa sana costumbre de que la autoridad se viera en la calle. Hace mucho tiempo que el jefe de policía solo se ve en los informativos de televisión, o en algún acto protocolar y hasta en algún brindis por ahí.
Podría decirse que la situación de inseguridad se ha disparado en todo el país y que hay diversos aspectos que han influido en ello. Se podría buscar responsabilidades en la conducción política de la seguridad pública. Pero para el día a día, para la necesarias seguridad cercana, poco importan los argumentos técnicos o críticas políticas para revitalizar la vital confianza social por tranquilidad y paz. No se pueden esperar efectos inmediatos si las soluciones se buscan en las alturas. Hay que empezar por abajo, por el territorio local. Las clásicas recomendaciones de “vecinos atentos”, deben tener un reflejo institucional de “policía presente”.
Mientras se procesan políticamente todos los cambios que se proponen, mientras se ensayan nuevas estrategias de seguridad, se debería buscar una respuesta responsable en el territorio, por parte de las autoridades cercanas a cada comunidad. Actualmente hay más policías, mejor equipados y con mayores remuneraciones; hay más móviles ( autos , camionetas y motos) sin límites de combustible… ¿dónde están?.
Lo que se necesita es una policía con conducción profesional, con inteligencia, con actitud de servir, con clara empatía hacia la población y sus preocupaciones. Para empezar eso se logra “ajustando clavijas”, generando respeto en los efectivos, contagiando motivación para atender a la población. Eso no está ocurriendo en el departamento de San José. Hay un divorcio gigantesco entre el despacho del Jefe de Policía y su tropa en la calle. La falta de conducción policial ha provocado que muchos efectivos demanden certificación médica para alejarse de un servicio deficiente que no los conforma, que en muchos casos los avergüenza y en otros tantos los deprime y enferma. En San José los policías se sienten sin respaldo, sin el fundamental apoyo para poder desplegar su tarea diaria en beneficio de la ciudadanía.
Se debe aplicar un cambio drástico. Planes específicos, estrategias claras y un ejemplo de responsabilidad que motive a los efectivos que recorren calles y atienden en seccionales. Está claro que no hay capacidad de “Jefe”. Para empezar a cambiar está desprotección actual, lo primero que hay que hacer es cambiar al jefe. Alguien que esté atento al contexto, que entienda a su personal y escuche a la población. Alguien que recorra las calles y barrios. Alguien que entienda la diferencia entre ser “Jefe de Policía” y “comisario de pueblo”.
Lo del principio, se vienen jornadas de muchísima actividad en el centro de la ciudad y a la luz de la ola delictiva que se viene sufriendo, la policía debería prepara un plan especial de prevención que afirme la seguridad de la población. Si no hay cambios de actitud, por lo menos que el Ministerio mande a alguien que tenga ideas para empezara frenar a los delincuentes… mientras tanto esperaremos resignados dónde será el próximo golpe.
Notice: Undefined variable: commenttitle in /home/sanjosecom/public_html/wp-content/plugins/facebook-comments-sync/comments.php on line 51