Otra perla. Pero antes una pregunta: ¿Seré yo que estoy muy exigente?. Dejando atrás estos episodios con las banderas y su, por lo menos, desprolija colocación, ahora me sorprendieron con una nueva muestra de desprolijidad, falta de elemental consideración, carencia de inteligencia y todo lo demás que le quieran poner. En la jornada de este miércoles, caminando bajo una pertinaz llovizna en la desierta Peatonal, a lo lejos divisé que había una estructura en el cruce de las sendas de Asamblea y Sarandí. Al principio pensé que se trataba de una estatuta viviente, esos artistas callejeros que cada tanto aparecen en la Peatonal. Me llamó la atención que siguiera incólume ante la lluvia y la evidente ausencia de gente. Al acercarme descubrí que era una obra metálica, no demoré en relacionar aquel trabajo artístico con las anunciadas celebraciones en homenaje a “La Cumparsita” creada por Gerardo Matos Rodríguez. Me dio pena la escena. No había ni un cartelito, ni siquiera habían colocado la obra de arte sobre un pequeño pedestal de madera. En un momento pensé en escribir en esos detalles, pero después desistí cuando yo mismo me pregunté “¿no estaré muy exigente?”. Autocensurándome, seguí mi camino horas más tarde cuando volví a pasar junto a la obra. Mi pequeña hija, me volvió a preguntar – ya lo había hecho cuando íbamos para la escuela – debajo de una lluvia impertinente. ¿quién es este señor?. Le respondí lo que intuía y nos fuimos ensayando La Cumparsita en sus primeras estrofas… “si supieras, que aun dentro de mi alma…”. Fue como un humilde y personal homenaje a aquel músico, su trabajo y al artista que lo representó, metálicamente, en aquella pianola. Pero a la jornada siguiente, ya me dieron motivos para escribir esta nueva perlita.
Nuevamente divisé desde lejos, que “Becho” seguía sentadita en el cruce de las peatonales, pero me llamó la atención la postura de una señora, que totalmente encorvada, observaba algo con mucha atención. Mientas me acercaba, trataba de adivinar qué estaba mirando aquella mujer. Por un segundo hasta pensé en algún chiste de tono verdoso, sobre la llamativa curiosidad de aquella mujer adulta. Al llegar junto a la obra, descubrí lo que estaba ocurriendo. Alguien, muy inteligente se dio cuenta que aquella intervención urbana, necesitaba algún cartelito que explicara algo; qué era, qué representaba, quien la había construido y por qué estaba allí… Muy bien, se dieron cuenta y colocaron un cartel plastificado, con el logo de la Intendencia, amurado al piso , aprovechando espacios entre adoquines… con tornillos. En el piso. Con tornillos. ¿Me estas jodiendo? No. “Al final a vos no te sirve nada” podrían decirme. Si, la verdad que si las cosas se hacen así, no me sirve nada. Ahhh, el cartelito dice: “Con motivo de la celebración de los 100 años de La Cumparsita, el artista Carlos Fierro realizó esta escultura alusiva a la fecha, la cual muestra a Gerardo Matos Rodríguez sentado a un piano, refiriendo a la creación de la mencionada pieza musical. El artista ofrece generosamente su creación escultórica alusiva para que sea presentada en público, por lo que el Gobierno Departamental a través de la Dirección General de Cultura, decide su exposición durante el mes de abril en la intersección de la Peatonal Sarandí y el Paseo de los Constituyentes, como un nuevo aporte del colectivo artístico del departamento en el marco de los festejos por los 100 años del Tango La Cumparsita”. Al leer ese texto entendí. Estaba justificado que ese cartel estuviera en el piso. Una vergüenza dónde lo colocaron, una vergüenza cómo lo colocaron y lo peor… una vergûenza el texto. Yo hubiese esperado algo más sobrio, más útil, menos autobombo y menos reiterativo. Algo así como: “Obra escultórica del artista Carlos Fierro, en homenaje a Gerardo Mato Rodríguez, músico uruguayo creador de “La Cumparsita”, con motivo del centenario de esta pieza musical”. Lo demás, “es puro cuento”, como dice el tango.
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