Tanto en las redes sociales como en la calle, la gente comenta – y se ríe, por no llorar – por el malogrado proyecto de garita que la Intendencia permitió instalar en la parada de calle Ituzaingó y Batlle. Estas garitas construidas con material plástico reciclado son una contundente muestra de mal gusto, opinión que es absolutamente mayoritaria en la opinión publica. Pero en esta suerte de espiral de alienación que se evidencia en varios aspectos del gobierno departamental, lejos de buscar corregir esta situación o por lo menos frenar su avance, en la jornada de este pasado jueves, en horas del mediodía, se redobló la apuesta.
Para sorpresa de muchos vecinos que pasaron por el lugar, se agrandó el proyecto con la colocación de dos bancos del mismo material y diseño, junto a la garita. No se logra comprender cómo es que en medio de una tormenta de críticas y burlas al mamotreto que debería cumplir función de refugio para peatones, en vez de sacarlo inmediatamente, se permitió la desprolja instalación de dos bancos de idéntica calidad. Para comenzar, alguien de la Intendencia debería prestar atención al lugar donde fueron instalados; prácticamente sobre el cordón. Cuando una persona se sienta en ellos, en el mejor de los casos, sus pies quedan apoyados en el cordón de la vereda. Algo que a todas luces es incorrecto, inconveniente y peligroso. En la foto se observa con claridad. Este ejemplo debería ser especialmente atendido por áreas municipales como “Ordenamiento Territorial”, “Tránsito” y “Arquitectura”. Ya que se menciona a “Ordenamiento Territorial” y “Tránsito”, una cosa curiosa es que se permita instalar parada y bancos, justamente en un punto donde dejarán de pasar los ómnibus, tal como señala la decisión de la intendencia de trasladar la circulación del transporte de pasajeros a calle Rivera.
Este caso también debería considerar lo relativo a aspectos estéticos, calidad y utilidad dentro del mobiliario urbano. La garita y los bancos que le acompañan, no tienen buena calificación en ninguno de esos tres tópicos. Estéticamente dejan mucho que desea, no por el material sino por su diseño. En materia de “calidad” se pueden observar varias carencias serias; amurados con grandes bulones sin disimular, notoria fragilidad para los embates de su uso, el clima o el vandalismo; desprolijidad en el método de fijación al piso, etc. Con respecto a su “utilidad” también afloran fuertes reparos. Primero y básico, no son “refugios”, la dimensión y diseño de techo, no cumplen con el necesario resguardo; a pesar de sus grotescas formas, ni siquiera se aprovechó para amurarle una papelera o recipiente para residuos; el diseño del techo tampoco contempló el escurrimiento de agua de lluvia, así como tampoco se consideró un diseño para contar con espacios para amurar cartelería, por ejemplo, con los horarios de ómnibus, información de la ciudad o publicidad.
La verdad, preocupa que la Intendencia permita que se haga este tipo de experimento, sin observar el más mínimo detalle. Veremos cuanto se demoran en recapacitar, mientras tanto solo queda reírse… por no llorar
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