Es muy común, que cuando se usa la expresión “clase política” delante de algún dirigente, inmediatamente se pretenda corregir, advirtiendo que tal clase no existe. Eso solo lo puede negar un actor político, pues todos los demás ciudadanos, percibimos con claridad que se trata de un grupo de personas que gozan de diversos privilegios. En la manifestación de Durazno, más allá de los reclamos específicos sobre la cotización del dólar, el valor del combustible y la energía, o la necesidad de aliviar la carga tributaria, el mensaje más potente y omnipresente en todo el acto, fue dirigido a la clase política y al universo de privilegios que los envuelve. Es decir, hubo un discurso directo a todos los actores políticos que apuntó a la ética en la actividad de servicio público y a la imperiosa necesidad de dar señales reales y concretas de honestidad, austeridad y transparencia.
El reclamo fue dirigido a todo el espectro, a todos los partidos; desde la cúspide del gobierno nacional del Poder Ejecutivo, pasando por el ambiente de Senadores, Diputados, ministerios, aterrizando en el plano de las Intendencias y los ediles. No faltará algún actor, que con desparpajo insista repitiendo la falacia de “es el costo de la democracia” o refiriéndose a tal o cual recorte que “ese monto no incide en nada dentro de los grandes números del país”. Debería darles vergüenza usar ese tipo de argumentos, pero ese es otro privilegio que tiene la clase política, decir lo que se les antoja, desmerecer argumentos o ningunear voces críticas. La sumatoria de pequeños gastos y privilegios a lo largo y ancho del país, arrojan cifras escandalosas, sobre todo en un país donde muchas familias deben vivir con 15.000 pesos por mes. Un ejemplo, en San José los ediles reciben 2.000 pesos mensuales para los gastos de celular. Si esa cifra fuera idéntica en todo el país, superaría el millón de pesos por mes. “Un millón de pesos no es nada, para los grandes números del país” dirá algún miembro de la “clase política”.
Acostumbremos a la clase política a no tomar más café en sus despachos. ¿Se imaginan? Son miles de kilos de café por día que se ahorrarían, sin dudas decenas de miles de pesos, quizá algún millón, que nos ahorraríamos todos. Pero no solo se trata de los gastos reales que provoca la clase política, sino las mentiras que se ocultan detrás de ellos. Ejemplos: el eterno abuso de los viáticos por viajes, las “partida de prensa”, la estafadora “Retribución de Gastos de Combustible” (en este caso puntual de los ediles en San José), los dudosos “gastos de secretaría”, el tremendo collar de “Pases en Comisión”, los “gastos de representación”, las injustificadas compensaciones salariales, el desenfrenado uso de vehículos oficiales, los “cargos de confianza” y entre muchos más, los infaltables “asesores”. ¿se imaginan la cantidad de dinero que mensualmente se gasta y malgasta?. Son decenas de millones de pesos, seguramente decenas de millones de dólares al mes. Hay muchísimos ejemplos de ese despilfarro y sus abusos. Mientras una buena parte de la población bicicletea los recibos de electricidad, o recorta cada día un gasto para cubrir algún agujero, la “clase política” camina sobre gruesas alfombras y se reclina en comodísimos sillones, dándose lujos que en su vida privada evitaría.
Lo peor de todo, no es el gasto innecesario o superfluo que provoca la clase política, lo peor de todo es el resultado de su trabajo. Ojalá todos los uruguayos pudieran llevarse al bolsillo más de 400.000 pesos por mes como cada diputado, el gran problema es que muchos de ellos, muchos, solo son un eterno palabrerío inútil, sin proyectos, sin propuestas, pero eso sí, cargados de asesores y secretarios. Ese fue el mayor y más contundente reclamo en la concentración de Santa Bernadina en Durazno, pero muy probablemente los actores políticos prefieran hacer énfasis en la plataforma puntual de estos tiempos y evadir hablar de ese viejo grito de “Bajen el costo del Estado, por favor”. Una forma buenísima de empezar sería recortando jodas, curros y privilegios. El reclamo de terminar el despilfarro, excede ampliamente a lo meramente agropecuario. Los privilegios de la clase política, son algo que ya tiene cansado a todo el mundo, quizás, hasta por vergüenza, algún actor político también lo esté. Presidente, Ministros, Senadores, Intendentes, Diputados y Ediles, deben tomar acciones, pues si todo queda en discursos solo confirmarán la demagogia que intoxica a la sociedad. Para quienes desde hace muchos años venimos denunciando periodísticamente, los curros, el despilfarro, la corrupción y los acomodos, fue muy esperanzador ver que el hartazgo dejó de ser silencio.
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