La administración de José Luis Falero entra en la recta final de su gobierno. Tras siete años al frente de la intendencia, en este mes de enero, se cumple la mitad del segundo período; empieza la retirada. No se habla de nuevos proyectos, solamente se reflotan dubitativamente viejos planes de obras y gestiones que han quedado relegados durante siete años. La remodelación de avenida Herrera, la modernización del sistema de transporte, el Polideportivo, el Estadio de Baby Futbol, entre otros. Pocas obras se concretaron en estos años, y además fueron problemáticas para la intendencia. Camino Mauricio representó una inversión muy importante pero arrojó fallas en su trazado y materiales que demanda continuas reparaciones. Avenidas Larriera y Manuel D. Rodríguez en San José de Mayo fueron obras que sufrieron complicaciones y demoras. En la ciudad de Libertad, la transformación de la vieja ruta 1 en una avenida, también adoleció de serios inconvenientes, tanto en su presupuestación como en su estructura, que debieron subsanarse sobre la marcha.
Las complicaciones en esas obras tan promocionadas, también se refleja en aquellas tareas rutinarias que no reciben la misma atención oficial, como por ejemplo el mantenimiento de calles y caminos. Hay gruesas fallas en la gestión, ya no solamente en obras – que resulta la más emblemática de todas las áreas – sino también en servicios como la recolección de residuos, el sistema de limpieza, la disposición final de la basura, el mantenimiento de plazas y espacios verdes, el mobiliario urbano, el nomenclátor, la señalización urbana, etc., también mostraron carencias de gestión. No hay áreas sólidas de funcionamiento; tránsito, turismo, cultura, y las demás, se muestran erráticas y débiles.
Además, en áreas que no tienen visualización pública, se han detectado gruesos inconvenientes: mantenimiento de flota, compra de insumos y repuestos, control de gastos, tercerizaciones varias, etc., etc. También se lanzan ideas pomposas pero de escasos resultados o dudosa transparencia: Escuela de Gobernanza, Barrios Activos, luminarias led, etc.
En siete años la administración Falero se devoró importantes recaudaciones anuales, desapareció un millonario colchón y se endeudó, no solo con préstamos y fideicomisos, sino en atraso al pago de proveedores. Como frutilla de la torta, tampoco se nota una inversión en obras o servicios que expliquen el agotamiento presupuestal. En resumen se gastó mucho y mal, sin lograr mejoras acordes en infraestructura o servicios, por el contrario, es evidente una retracción en la calidad y cantidad de las tareas que naturalmente debe cumplir la intendencia.
Hay ejemplos actuales de la errática gestión. Aquí un ejemplo. Hace unos años atrás –en el primer período falerista – se informó que el sistema de contenedores se extendería a Ciudad del Plata, más tarde, ya en 2017, se anunció la idea de tercerizar el servicio de recolección de residuos en esa ciudad, pero recientemente el plan oficial volvió a cambiar. Ahora se habla de entregar un recipiente para la basura domiciliaria a cada familia y recolectar los residuos puerta a puerta. ¿Cuál será la frecuencia de recolección? ¿qué ocurrirá cuando lo tachos familiares comiencen a deteriorarse? ¿cómo se combatirá la problemática relación de perros sueltos y pequeños recipientes de basura? No parece una idea muy meditada; ni barata, ni sostenible. En este caso, como en otros, la falta de previsión quedó demostrada y ahora la improvisación, también.
Falero está cumpliendo su segundo mandato como intendente, por lo que no puede aspirar a una reelección y su horizonte está por lo menos, en alcanzar una banca parlamentaria. Su intención es ubicarse a nivel de Senado, para incorporarse al selecto grupo de actores políticos de primera línea. Su camino ya está marcado, para asegurarse una banca en el senado, Falero debe ocupar no más allá del cuarto lugar en la lista oficial del precandidato nacionalista Luis Lacalle Pou. En el plano local Falero debe armar su estructura y estrategia para la sucesión del sillón de Intendente y también en la banca de diputado. De esa estructura local dependerá la fuerza que logre para ubicarse en la lista al senado. También debe negociar con sus líderes nacionales, ser eximido de encabezar las planchas a diputado. Encabezar la lista a diputado por San José, es la forma de “marcar votos” y mostrar cuánto puede aportar para la candidatura de Lacalle Pou y el senado. Los Intendentes no deben abandonar sus cargos para integrar lista de senadores. Para ser candidato a diputado Falero debe renunciar a la Intendencia en los meses finales de este 2018. Falero pretende ir en lista de senadores pero no en planchas de diputados. Si Falero se ve obligado a ser candidato a diputado, al renunciar a la Intendencia, automáticamente asumiría Carlos Daniel Camy, lo que podría provocar un fuerte sacudón en la estructura y funcionamiento de la Intendencia de San José, en plena campaña electoral.
Este contexto le complicaría muchísimo la campaña al senado de Falero, pues son conocidas las diferencias de criterios para gestionar y administrar el gobierno departamental entre ambos dirigentes blancos. También, con Camy como Intendente, se complicaría la candidatura falerista para mantener el sillón de Intendente entre 2020 y 2025. Por eso algunas versiones indican que Falero negocia no dejar el sillón de Intendente ( es decir no ir en lista a diputados) a cambio de no incidir, como líder del Sumate, en la designación del candidato a sucederlo. Esta negociación explica porque Falero ya no es tan enfático en señalar a Ana Bentaberri como su sucesora. Algunas versiones indican que Lacalle Pou respaldaría la candidatura a la Intendencia de Mercedes Antía.
Este escenario de definiciones electorales, como siempre ocurre, termina afectando la atención en la tarea de gobernar. Es decir que Falero podría distraerse en el último tramo de su administración, sea hasta fines de 2018 o sea hasta julio de 2020. En el contexto de dificultades de gestión que viene mostrando la administración Falero en estos siete años, la distracción sería catastrófica. Por todo esto el Intendente José Luis Falero debe afrontar a la brevedad, el inicio de un proceso de ajuste del funcionamiento del gobierno departamental, quizá hasta desplazando a algunos funcionarios que han gozado de su protección. Los tiempos de discursos vacíos y de dudosa veracidad, se están agotando. Falero debe comenzar a mostrar resultados concretos; mejoras efectivas en su gestión, férreo control del gasto, optimizar la ejecución presupuestal, bajar fehacientemente el déficit que viene acumulando y por lo menos, cumplir algunas de las tantas promesas de obras que viene arrastrando desde hace siete años. No es una tarea sencilla, porque desde el 2010 se ha sistematizado la demagogia y se institucionalizó el descontrol.
La suerte que ha tenido Falero en su gestión radica en dos puntos ajenos a su control: por un lado las serias diferencias de Alianza Nacional fueron disimuladas en buena parte de estos siete años, ahora son inocultables; eso es un primer factor de “suerte” que disfrutó Falero. El segundo factor beneficioso para la administración falerista, es la absoluta ineptitud del Frente Amplio San José en ejercer un rol de oposición serio y responsable, desde el control, la propuesta o la denuncia.
En febrero Falero pagará los 27 millones de pesos por el último préstamo solicitado al Brou, pero a partir de allí deberá poner proa a nueva financiación, muy posiblemente tramitando un nuevo fideicomiso. Para obtener la necesaria aprobación del sistema político, Falero deberá asociarse al gobierno nacional del Frente Amplio, por ejemplo usando como excusa válida el inicio de obras de saneamiento en Ciudad del Plata, sumándole otros ítems para contentar al frenteamplismo departamental. Todas estas condicionantes, deberían provocar un giro radical en la actitud de Falero.
Hasta el momento, y cada vez con mayor intensidad, el Intendente ha mostrado cierto grado de prepotencia y soberbia en sus declaraciones. Esa actitud y gestos de ofuscación han sido dirigidos hacia fuera de su grupo y administración. Ahora Falero debería girar su inflexibilidad hacia la interna del Sumate y de su equipo de gobierno, mostrándose más contemplativo y tolerante hacia afuera. Si este cambio en Falero no se produce, su futuro estará plagado de problemas, de denuncias y de severas críticas. Entramos en tiempos donde no alcanzará con gritar que está “todo bien”, sino que tendrá que demostrarlo y la única forma de poder mostrar resultados, es aplicar drásticos cambios en la forma en que trabaja su equipo de gobierno, tanto en la efectividad de dar soluciones a los problemas de la población como en la ejecutividad para aplicar esas acciones con criterios de austeridad, honestidad y sin demagogia. Todavía está a tiempo, pero…
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