La administración de José LuIs Falero ha hecho de la mentira una forma de gestión. Hay muchos elementos para confirmar que se institucionalizó la mentira y se sistematizó una forma de administración absolutamente maquillada. No hay que ser un genio, ni un experto en cuestiones de gestión pública para darse cuenta de la deficitaria labor falerista, ya no solo en lo económico sino también en lo ético, lo que definitiva resulta extremadamente preocupante. Un error o equivocación puede ser accidental o por falta de capacidad, pero una mentira es intencional, meditada o premeditada. Hay un amplio abanico de mentiras que se dicen y se han dicho, por parte del Intendente, que no resisten el menor análisis, ni siquiera las puede sostener en el tiempo. Hay muchos ejemplos que son fácilmente rastreables en las declaraciones públicas del propio Falero; un día dice una cosa y al poco tiempo dice otra diferente, sin que se le mueva un pelo. En algunos casos, para sostener una mentira, se tiene que incursionar por caminos de muy dudosa legalidad. Ya se llegó a un punto donde habría que realizar una profunda auditoría del gobierno departamental y eventualmente solicitar una investigación judicial, para determinar aquellas responsabilidades que excedan lo meramente administrativo. No se trata de política, sino de irregularidades y corrupción. Si, corrupción.
Gestión
La gestión global de la administración Falero, está pautada por la ineficiencia. Se hace poco, pero se agrava, porque lo poco que se hace, se hace mal. Solo alcanza con recorrer calles y caminos para ver el resultado de ocho años de su gestión. Es notoria la falta de mantenimiento adecuado. Las tormentas y temporales ya han sido agotadas como excusas para justificar la falta de obras prometidas, o solicitar préstamos de todo tipo. También en los servicios se observa mala gestión. En Higiene por ejemplo. Recolección de residuos con serios problemas, la situación de los dos vertederos es caótica, el barrido que fue tercerizado parece no tener contralor alguno, y la limpieza en espacios públicos que encara la propia Intendencia es absolutamente deficitaria. Los yuyos crecen entre la unión de las baldosas hasta en la plaza principal. Se rompen artefactos del ornato púbico y nadie los repone. En materia de tránsito tampoco se logra avanzar con firmeza, carencias de la capacidad inspectiva a pesar de contar con muchos más inspectores que en períodos anteriores, pero no se logra dar pié en bola; los semáforos son fuente constante de roturas o mal funcionamiento. Hasta el proceso licitatorio del estacionamiento tarifado estuvo plagado de polémica. La Dirección de Obras es el imperio de la desidia. Hasta en el caso de obras muy promocionadas y costosas la ineficiencia ha sido bestial. Camino Mauricio promocionada como una obra emblemática de muy larga duración, ( costó siete millones de dólares) y pocos meses después de su inauguración empezaron las reparaciones que no se han detenido hasta el presente. Era una obra que no tendría mantenimiento por 20 años. La famosa transformación en doble vía de la ruta 1 en Libertad superó los costos previstos y su ejecución estuvo plagada de problemas y cambios de planes. Esa obra se comió el presupuesto que originalmente estaba previsto para la anunciada remodelación de avenida Herrera. En la capital departamental, la obra de avenida Larriera o Manuel D Rodríguez también sufrieron de la incapacidad de sus encargados. En todas las localidades se repararon calles y caminos con balasto de muy mala calidad, que obligaron a un gasto extra importante para subsanar la falta de control en la calidad de los materiales. Lo más reciente, Camino Carrretón, decenas de millones de pesos, aún sin inaugurar, y ya presenta roturas insalvables que requerirán “maquillaje” para su inauguración con mucho trabajo extra para dejarlo en condiciones y no se pierda la gran inversión que ha tenido. Podrían detallarse muchos más ejemplos, pero la realidad rompe los ojos al recorrer el departamento.
Administración
La farragosa gestión de Falero, también se ve reflejada en la administración de los recursos de la Intendencia. El falerismo ha hecho del reparto injustificado de horas extras y viáticos, la moneda para comprar lealtad entre funcionarios. Lo mismo con las compensaciones de sueldos. Por si fuera poco, Falero también aplica aquí su alter ego de Pinocho en cada declaración pública. Repite como un loro intoxicado que la Intendencia no tiene deuda, olvidando los préstamos y fideicomisos que viene acumulando. Por otra parte en esa misma línea, se atreve a decir que está al día con los proveedores, cuando sus propias rendiciones de cuentas muestran cifras escandalosas. Pero lo sigue repitiendo, pone su rostro maquillado con portland para decir que no hay deuda con proveedores. Solo alcanza con salir a recorrer comercios y empresas para saber la gigantesca y vieja deuda que tiene por todas partes. Actualmente, en muchos casos, arrastra deudas del año 2016. Y esto nos lleva a un terreno más delicado aún: ¿Por qué no aparecen esas deudas en las Rendiciones de Cuentas? La respuesta es simple, porque la administración Falero no las declara y manipula las guías de pago como si fuese un boliche de campaña. Falero, hace largo tiempo, viene corriendo descalzo por el filo de una gillette. Esto no termina bien. Pues además de gastar como si el mundo se terminara mañana, de hacer pocas obras y de mala calidad, además de despilfarrar recursos sin ton ni son beneficiando impúdicamente a un grupete de funcionarios, se da el lujo de mantener en su staff y proteger a algunos individuos que se han enriquecido ostensiblemente o son artífices protagonistas de maniobras irregulares. Falero los protege con descaro, a pesar de tener elementos del inmoral desempeño de estos funcionarios. Ni siquiera un sumario; nada. Raro, pues quien tiene ambición política es Falero y si rueda una cabeza será la suya. Lentamente Falero viene haciendo méritos para transformarse en la versión maragata de Sendic.
Discurso, gestos y acción
Falero, no ha podido mostrar una gestión solvente, ni en gestos, ni en acciones. Durante algún tiempo utilizó como excusa los temporales, maximizando daños para justificar la falta de obras y conseguir dinero fresco. Más tarde, ya desgastado el discursete de ensañamiento del cambio climático, rotó su discurso hacia el ambiente político. Viene trabajando en sentido de victimizarse por críticas políticas. Hasta llegó al extremo de expulsar de su gabinete a directores pertenecientes a Alianza Nacional. Falero montó un escenario que presumidamente justificara sacar a esos directores. En silencio, sorpresivamente envió a la Junta la solicitud de anuencia para sacar un nuevo préstamo y se fue a China. Mientras paseaba por fabricas asiáticas y visitaba protocolarmente sedes de gobiernos regionales chinas, en tierras maragatas se desplegaba una dura discusión por el préstamo. Al final, faleristas y Frente Amplio acordaron la anuencia. Al regreso Falero ya tenía los votos, pero montó un escenario ficticio para castigar a Alianza Nacional. Convocó a la “Agrupación de Gobierno”, que ni siquiera se había constituido formalmente en su mandato. Mostrándose molesto, públicamente planteó “apoyan o se van”. Una innecesaria amenaza, pues ya tenía los votos. No había opción con esa actitud, Alianza no cedería. Falero los expulsó. Como le ha pasado en varios temas, no midió las consecuencias, pues quedó solo en el gobierno y unificó las críticas a su gestión. Solo, aferrándose a la agrupación de la lista 50 que lidera el diputado Ruben Bacigalupe. Sin capacidad de obras, con un débil equipo de gobierno, sin soldados políticos, sin dinero y mucho por explicar, Falero sigue mostrando una soberbia incomprensible. Pero en vez de reconocer sus errores, sigue adelante. Cada vez se agudiza más el descontento y las críticas desde su propia interna, aunque todavía nadie se anima a decirlo públicamente. Cada día se conocen situaciones que incrementan ese malestar. Por ejemplo, el caso de la ex edil Ana Laura Porley, titular de la banca del sector de Bacigalupe, renunció a la Junta para dejar a Danilo Vassallo. Todo el mundo sabía de ese acuerdo. Por la exposición de este acuerdo vergonzoso, se demoró el ingreso de esta mujer a la estructura municipal. En diciembre 2017, aprovechando el asueto de verano, Porley ingresó como funcionaria a partir del primer día de enero 2018. Pero para hacer más triste la situación, esa nueva funcionaria ni siquiera llegó a pisar una dependencia de la intendencia ya que inmediatamente fue “pasada en comisión” para el despacho de Bacigalupe en el parlamento. Una irregularidad mayúscula. Hay muchos ejemplos del débil lazo entre lo que Falero dice y lo que Falero hace.
En esta línea de acción , casi esquizofrénica, Falero prefiere justificarse en las críticas políticas, pero desconoce los cuestionamientos de vecinos que arrecian en redes sociales y medios de comunicación. El farragoso discurso de Falero se hamaca entre sus mentiras y la realidad. Por ejemplo, cuando tiene que negarse a algún reclamo, pone como condición la necesaria aprobación del Tribunal de Cuentas, como hizo para justificar el reciente recorte de horas extras a los funcionarios. Pero para reiterar gastos y seguir adelante con un proceder desprolijo, se mata de la risa de ese mismo Tribunal. Falero se molesta y enoja cuando alguien le dice la verdad de su pésima gestión. No duda en castigar la crítica para proteger sus mentiras. Falero está rodeado de alcahuetes, que aplauden sus vacíos discursos mientras relojean sus bolsillos gordos de horas extras, compensaciones y viáticos. Horas extras, compensaciones y viáticos, que han sido reiteradamente observados por el Tribunal de Cuentas. Falero vive una ilusión de poder que lo embriaga para soñar con un futuro político a nivel nacional. No se da cuenta que poco tiene para mostrar, que no es sencillo ser candidato a senador en una ubicación segura. No se da cuenta que si debe renunciar a la Intendencia para encabezar listas a diputados, podría ser descubierto el improvisado entramado de mentiras en la interna de la Intendencia. No se da cuenta que en algún momento del tramo final de su gobierno tendrá que empezar a mostrar obras y resultados, y no discursos y justificaciones. No se da cuenta que para nada sirve presidir el Congreso de Intendentes, ni viajar todos los días a Montevideo para incrustarse en ese ambiente. No se da cuenta que la humildad y transparencia no se pueden inventar. No se da cuenta que la soberbia y demagogia, no se pueden ocultar por siempre. Mientras tanto, las calles siguen esperando arreglos, el departamento sigue esperando obras en serio para avanzar, mientras tanto la debacle sigue creciendo, mientras se sigue anunciando un polideportivo, un estadio de baby futbol, la remodelación de Herrera, el nuevo sistema de transporte, el arreglo de la terminal de ómnibus, ,etc, etc, etc…
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