Desde hace largo tiempo, en sj.uy venimos advirtiendo de serias irregularidades en el funcionamiento de la Intendencia, en muchos casos sobre aspectos que no resultan visibles. Son temas delicados, muy delicados, que están muy lejos de definirse como “fallas en la gestión” o “debilidades en la administración”. En la estructura de la Intendencia existe un entramado que ha involucrado a directores, jefes y encargados, pero también a particulares.
El problema se viene arrastrando desde hace varios años, y no ha sido sencillo recopilar el material – en documentos y testimonios – que permitan detectar fehacientemente las irregularidades. En sj.uy se viene monitoreando los movimientos que se registran. Desde hace tres años, venimos desarrollando una paciente y constante investigación sobre algunos actores. En varias notas anteriores hemos advertido, sin profundizar, sobre situaciones sospechosas y funcionarios sospechados. A buen entendedor… Este proceso periodístico ha resultado efectivo en la recopilación de información, identificación de las áreas más sensibles y detección de los actores implicados. Pero en la medida que se ha ido reconstruyendo el entramado también advertimos la inquietud en algunos de los actores implicados. La inquietud se ha vuelto cada vez más notoria en los últimos meses, llegando en la actualidad a niveles en que se vieron obligados a “tomar el toro por las guampas” y buscar formas de salvarse. Ya es tarde. Ese nerviosismo en algunos de ellos, era previsible que provocara reacciones. Al sentirse observados, buscarían caminos para distraer la atención y ya lo empezaron a hacer. En estos días varios vecinos, jerarcas y periodistas han caído en sus redes. En base a la investigación que sj.uy viene desarrollando, es nuestra obligación advertir el engaño.
Resulta muy importante advertir que no se trata de maniobras o estratagemas de corte político, sino que las motivaciones son exclusivamente económicas. No se trata de política, sino de corrupción. No se trata de denuncias externas a la intendencia, sino que provienen de sus propios intestinos. En las últimas semanas, y fundamentalmente en los últimos días, se han conocido denuncias anónimas sobre irregularidades en compras y contrataciones. En realidad se trata de rudimentarias maniobras que podríamos definir simpáticamente como “estrategia del mono” y “estrategia del teru”. La clara finalidad de estas jugadas es desviar la atención del verdadero problema y focalizar la denuncia en actores ajenos a esa estructura corrupta que ha operado en la interna de la Intendencia desde hace, por lo menos, cinco años.
La “estrategia del mono” consiste en propiciar escenarios que provoquen desconfianza y sospechas en algunas gestiones actuales de la Intendencia. Es decir, el rudimentario plan consiste en tirar “cascaras de bananas” para que algunos distraídos las pisen y resbalen. De esta forma pretenden entretener con menudencias, desviando la atención de situaciones verdaderamente escandalosas que han estado sistematizadas y enquistadas en el funcionamiento de la Intendencia. Esto nos lleva a la segunda maniobra que se comenzó a aplicar en forma simultánea durante los últimos días: “La estrategia del teru”. En este caso, se trata de gritar lejos del nido, para proteger los huevos. Procuran señalar hacia lugares y personas, que nada tienen que ver con el verdadero desfalco que se perpetró desde la interna de la Intendencia.
Pero analicemos y expliquemos el contexto en que esto ocurre. Durante varios años y hasta hace poco tiempo, un grupo de funcionarios manejó antojadizamente los recursos de la Intendencia que estaban bajo su mando. Al principio de esta investigación periodística, se podía presumir que solo se trataba de una aguda ineptitud, pero poco a poco, los elementos fueron demostrando que se trataba, lisa y llanamente, de corrupción. Así fue como se instaló una operativa que fue creciendo y apoderándose de diversos rubros que demanda el funcionamiento diario de la Intendencia. Millones de pesos pasaron por las manos de un grupete de funcionarios y empresarios. Algunos se enriquecieron ostensiblemente.
Curiosamente las “denuncias” que han aparecido en los últimos días, tienen coincidentes particularidades. Primero fue semanario El Bocón que muy suelto de cuerpo publicó un mail anónimo donde se mencionó nombres de funcionarios, acusándolos de robar en los talleres de la Intendencia. Periodísticamente una aberración; un funcionario anónimo acusaba de ladrones con nombres y apellidos a personas que hoy están al frente de esa repartición. Ya se sabe quién es el funcionario “anónimo” y también otros detalles que brindaremos en próximas notas y que no vale la pena explicar ahora. Por otra parte, este sábado pasado el diario Primera hora, publicó una nota referida a irregularidades en los Talleres. Otra vez, denuncias anónimas, aunque tratado con muchísimo más profesionalismo periodístico que el farrago que publicara El Bocón 48 horas antes. Veamos las “coincidentes particularidades” de ambas notas. Coincidencia Nº 1: En ambos casos se trata de testimonios anónimos. Coincidencia Nº 2: En ambos casos se denuncian gravísimas irregularidades. Coincidencia Mº 3: En ambos casos las supuestas irregularidades hacen referencia a situaciones actuales. Coincidencia Nº 4: En ninguno de los dos casos se hace referencia a irregularidades anteriores. Coincidencia Nº 5: En ambos casos hay un directo señalamiento a los encargados actuales. Coincidencia Nº 6: Ambos casos “explotan” con menos de 48 horas de diferencia. Coincidencia Nº 7: En ambos casos las denuncias provienen, claramente, desde el mismo ambiente dolido.
El señalamiento de estas “coincidencias” no es casual, tiene una explicación. Hay detalles muy sabrosos sobre estas “coincidencias”, que indicaremos en futuras notas. Contra toda lógica, en la jornada el lunes se conocieron declaraciones del Intendente Falero refiriéndose livianamente a este caso de “denuncias por robo”. Si bien Falero defendió la actual gestión en los Talleres, deslizó las posibles causas de estas denuncias anónimas. Específicamente dijo que esas denuncias pueden estar ligadas a que las mejoras implementadas en esa repartición estén “molestando a alguien”, según publicó el diario Primera hora. El propio intendente admite que debió contratar personal de su confianza y ponerlo al frente de Talleres: “No había un control preciso y quizá por desconocimiento no se actuaba con la rigidez que se debería actuar”. Muchísimas preguntas saltan ante estas declaraciones del Intendente. (Esas preguntas, las plantearemos y responderemos en sucesivas notas dentro del Informe Especial que se anuncia). En los últimos meses se han aplicado traslados de funcionarios y cambios de responsabilidades. Así fue como el ex director de Obras Nelson Acosta; antes de ser desplazado de ese cargo, fue sacado del control de Talleres. Recientemente, en la última semana, se han producido traslados de funcionarios que cumplían tareas de contralor en los Talleres y a otros, en esa misma repartición, se les acotó el margen de trabajo. Casualmente en medio de estos movimientos aparecieron denuncias anónimas contra los nuevos encargados. Todo indica que Falero sabe mucho más de lo que dice públicamente.
Existe información muy sensible respecto a todo este caso. No ha sido un trabajo sencillo, ni mucho menos, agradable. Hay material que develará la trama de corrupción que ha operado en la interna de la Intendencia y que ahora empieza a mostrar sus dientes con denuncias truchas, pretendiendo distraer la atención. Esa información podría explicar, nada más y nada menos, el porqué de haber llegado a una Intendencia con graves problemas económicos y de gestión.
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