Siempre es difícil justificar aquellas cosas que reciben cuestionamientos generalizados. Cuando eso ocurre, el actor justificador puede quedar entreverado en sus pretendidas explicaciones y el resultado final puede estar asociado a un efecto boomerang, potenciando la carga negativa original. Algo así, le ocurre al intendente José Luis Falero con su intento de edulcorar el necesario apartamiento de Nelson Acosta de la Dirección General de Obras. En realidad lo natural y lógico hubiese sido un desplazamiento silencioso de Acosta, como consecuencia de los gruesos errores y múltiples carencias en su gestión. Pero, jamás defenderle o protegerle de las críticas que cosechó tanto desde el ambiente político como del social. En ese rol justificador, Falero incurrió en algunas expresiones que se le deslizaron en la conferencia de prensa donde presentó al nuevo jerarca, Pedro Bidegain. Acosta quedará como “sub director”, con un muy acotado margen de acción. La explicación oficial, empezó a ensayarse cuando el disparate de Acosta (que las calles de Ciudad del Plata estaban en “perfectas condiciones”) demandó la salida de Falero para desautorizarle y discrepar. En esa incómoda postura Falero anunció que se aplicaría una “rotación” en el gabinete. Falero prefirió generalizar posibles cambios, en vez de admitir que estaba requetecontra caliente con la burrada de Acosta y que su intención básica era pegarle un puntapié en el úpite. Acosta ocupaba un cargo de confianza como director, pero ostenta la categoría de “sub director” como funcionario. Falero no lo puede echar, debe mantenerlo en la estructura, a menos que iniciara una investigación administrativa que lograra derrotar la polémica “inamovilidad” de los funcionarios públicos. Falero le perdió toda la confianza a Acosta y por eso apeló a Bidegain como nueva cabeza de Obras. Falero necesita tener sus “ojos y oídos” en la Dirección de Obras. Bidegain es de la absoluta confianza de Falero. Pero ¿por qué apelar a una persona de confianza, si el problema en obras, según Falero, es que Acosta estaba desbordado? Falero dijo que busca “fortalecer” la Dirección de Obras; es notorio que con la designación de Bidegain no la fortalece desde el punto de vista técnico, pues el nuevo director es productor agropecuario. “Fortalecer” la Dirección hubiese sido designar un técnico, por ejemplo, un “ingeniero civil”. Pero no, Falero fortaleció su necesidad de confianza en esa repartición. Si el problema hubiese sido las declaraciones públicas de Acosta, alcanzaba con prohibírselo, porque Falero tiene la potestad de decirle a un director “usted no haga más declaraciones públicas”. Los dislates de Acosta ante los micrófonos, fueron el detonante, pero no son la explicación a su alejamiento del cargo de Director. Tampoco, es válido el argumento de complejidad de esa dirección y las admitidas “debilidades” en la gestión, pues hubiese alcanzado con designar una persona que acompañara a Acosta manteniéndolo en la cúspide de la repartición. El problema con Acosta es otro, el problema es que Acosta se robó todo… se robó el protagonismo por sus soberbias declaraciones sobre el estado de las calles, se robó el malestar de la población por ningunear las incontables quejas, se robó la confianza del Intendente que lo mantenía en el cargo desde el anterior período. El problema es que Acosta se fue transformando en un gigantesco dolor de cabeza para Falero, por su notoria ineficiencia, por su gusto por los micrófonos y por su desmedida ambición, también en el terreno político. Pero fundamentalmente, esos tres aspectos negativos sobre Acosta se ven potenciados y agravados, por los fríos números y las calientes críticas. Cada día surgían cuestionamientos, quejas y denuncias sobre Acosta. Las obras ejecutadas eran deficientes, al tiempo que el gasto en combustible se abultaba y el dinero en mantenimiento de la flota también trepó a cifras preocupantes. Pocas obras y mucho gasto. La mayor responsabilidad de Acosta está en la falta de control, en el descontrol que se evidenció en su gestión. Ahí está la raíz de su desplazamiento y su nuevo rol de “florero” en Obras, bajo la atenta mirada de Bidegain. En consultas reservadas, sj.uy pudo detectar que muchos actores de gobierno esperaban que Acosta fuera alejado definitivamente de todo lo relativo a obras. Quizá este cargo de “florero” sea un primer paso. Falero en su rol justificador – que en realidad disimula la seria problemática en esa dirección – durante la conferencia de prensa, tuvo un par de expresiones que dan una pista de la verdadera situación. Es curioso leer en notas de distintos medios que Falero dijo: “con esta nueva integración estaríamos casi casi en condiciones de decir que vamos a estar preparados para dar cumplimiento a lo comprometido con la ciudadanía en el programa de gobierno y el presupuesto”. ¿”Casi casi”? Una tan imprecisa como desgarradora confesión. La otra expresión interesante de Falero, refiriéndose al objetivo de los cambio en Obras, fue: “una coordinación fluida, atenta y cercana al control permanente de que los recursos que se están invirtiendo tengan un seguimiento” . ¿“control permanente”… ¿ “qué lo recursos que se están invirtiendo tengan un seguimiento”?. Muy interesantes expresiones, que son la base real del desplazamiento de Acosta y la designación de Bidegain. Tampoco es casual que toda esta reorganización en Obras se aplique al finalizar la Rendición de Cuentas 2016, justamente en días que Acosta sería llamado a la Junta y se inicia el análisis de ese documento por parte del ambiente político. En este contexto es de esperar que el nombre de Acosta siga estando sobre el tapete.
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